Ser maestro es una profesión que tiene una gran capacidad de influencia en los niños. Hay maestros que logran que algún estudiante se enamore de cierta materia y cuando es grande desarrolle su carrera profesional enfocada a ella. Sin embargo, también existen maestros que pueden influir que ciertos alumnos tengan cierta frustración alguna materia. Hay algunos docentes a los cuales recordamos con mucho cariño, otros que admiramos, otros que marcan nuestra vida y otros que no tal vez ni recordamos.
Entonces, ¿cómo tiene que ser un buen maestro?
Normalmente, la primera respuesta a esta pregunta es “educado”. Es verdad, un maestro tiene que tener educación para poder impartir una clase de manera correcta, pero existe algo más importante: la actitud. A través de la actitud los maestros pueden contagiar a los niños y motivarlos, despertar su curiosidad. Una persona deja de aprender porque ya no le interesa lo que hay a su alrededor, cuando lo que está viendo ya no le resulta curioso.
Los niños, están llenos de creatividad, ilusión e imaginación, es su naturaleza y aun así, en ocasiones se les exige que dejen todo esto antes de cruzar la puerta del salón y que en clase se sienten y se comporten como adultos, escuchen al profesor y después repitan la información, esto es como robarles su esencia.
Es necesario que las escuelas se conviertan en un lugar donde los niños sean escuchados y los profesores los conozcan realmente. El sistema busca cambiar a los niños en lugar de cambiar la perspectiva de los niños. Cada niño es un universo, cada uno tiene distintas dificultades. Es tarea de los profesores identificarlas y apoyarlos con herramientas para que puedan mejorar, como lo son algunos programas y plataformas tecnológicas donde les es más fácil trabajar la diferenciación y cada alumno avanza a su propio ritmo, así como contenidos interactivos que los motivan constantemente.
Un niño es creatividad absoluta y curiosidad infinita, se debe tomar provecho de esto y lograr una mezcla dentro de las instituciones escolares en donde los alumnos pueden aprender pero también sean felices al ser escuchados y apoyados, tomar en cuenta las emociones es indispensable para poder formar niños con un futuro prometedor.