Por Natalia Escobar
Probablemente varios de nosotros conozcamos a alguien, seguramente menor de edad, que no tenía interés por la lectura, pero se apasionó con la saga de Harry Potter y desde ahí incluyó el hábito lector como parte de sus actividades. De hecho, en su “Reporte de Lectura Infantil y Familiar 2006”*, Scholastic recogió datos cuantitativos sobre el efecto que la saga estaba teniendo en los jóvenes lectores. Según el estudio, el 51% de los niños que leyeron la serie, declararon que no leían por diversión antes de conocer estos libros. El mismo estudio indica que el 65% de esos niños reportaron mejorías en su desempeño académico. La lectura de la saga les permitió fortalecer las habilidades comunicativas y de comprensión.
Este es un perfecto ejemplo de cómo la literatura puede motivar a que los niños integren la actividad de la lectura como un hábito constante. Sin importar la edad, estar en contacto continuo con libros y disfrutar de actividades sencillas como leer o en el caso de los más pequeños escuchar cuentos, despierta en ellos el deseo y la motivación por la lectura.
A través de la literatura, los niños pueden conocer otras realidades, enfrentarse a entornos diferentes, pero también aprenden a mirar hacia adentro. Crecer leyendo brinda a los niños un lugar seguro, puesto que siempre se logra la resolución de los problemas. Los niños pueden poner sus emociones en las historias, pueden identificarse con los personajes y resolver situaciones gracias a ellos.
Para motivar a los estudiantes a leer hay que acercarles tantos libros y tan variados como podamos. No solo los ejemplares recientemente publicados pueden resultarles atractivos. Cuando se trata de los clásicos, estos permiten trabajar la empatía, ya que es posible constatar que hay emociones, sentimientos y frustraciones tan humanas que no dependen de ninguna época, sino que se mantienen como parte esencial de nuestra naturaleza y es desde ahí que hay que aprovecharlos.
La literatura permite formar estudiantes, y más allá, personas conscientes de la existencia de los demás, humanos capaces de idear maneras de resolver tareas o conflictos, trabajar muchas de las competencias para el desarrollo y dominio de la lengua propia, así como de otras lenguas. Las consecuencias de acercar la literatura, impresa o digital, a quienes estarán a cargo del mundo en el futuro solamente pueden ser positivas.
*“2006 Kids and Family Reading Report”